La disyuntiva entre Cristian Ritondo (Pro) y Florencio Randazzo (PJ), las dos figuras que pugnan por la bendición de Javier Milei para presidir la Cámara de Diputados, implica mucho más que un duelo de nombres. Ambos le ofrecen al presidente electo dos perfiles distintos de alianzas parlamentarias para sustentar la gobernabilidad futura: mientras Ritondo garantiza un modelo “llave en mano” de cogobierno con el ala dura de Pro, Randazzo se ofrece como puente hacia sectores del peronismo potencialmente dispuestos a sumarse a un esquema amplio de “alianzas tácticas” con el nuevo oficialismo.
Puesto a elegir, Milei deberá ponderar los pros y contras de cada oferta. Tiene tiempo hasta el 7 de diciembre para decidir: ese día está convocada la sesión preparatoria para la jura de los nuevos diputados y elección de autoridades. Milei parte con desventaja: su tropa de La Libertad Avanza no solo es ínfima en términos numéricos –representa apenas el 15% del total de la Cámara baja- sino que, para peor, sus miembros tienen escasa o nula experiencia parlamentaria. Ergo, el futuro presidente deberá nutrirse de elementos de “la casta” que tanto deploró en campaña para enfrentar a un kirchnerismo que, aunque golpeado tras la derrota, amenaza con ponerse el cuchillo entre los dientes.