El expresidente norteamericano celebró la elección de Robert Prevost como el primer papa nacido en EE.UU. y anticipó su intención de reunirse con él
El expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, expresó públicamente su entusiasmo tras la elección del cardenal Robert Prevost como nuevo papa de la Iglesia católica, y destacó el hecho de que se trata del primer estadounidense en alcanzar ese puesto histórico. A través de su red social Truth Social, Trump calificó el nombramiento como “un gran honor” para su país y manifestó su deseo de reunirse próximamente con el flamante pontífice, que adoptó el nombre de León XIV.
Un papa estadounidense, un hecho sin precedentes
La designación de Prevost marca un hito: por primera vez en más de dos mil años de historia, un ciudadano de Estados Unidos liderará el Vaticano. Nacido en Chicago, con ciudadanía peruana y ascendencia española, León XIV encarna un perfil multicultural que, según analistas vaticanos, podría redefinir el equilibrio geopolítico y simbólico dentro de la Iglesia.
“El primer papa estadounidense. Qué emoción y qué gran honor para nuestro país”, escribió Trump, en un mensaje que rápidamente circuló por medios y redes sociales en todo el mundo. La declaración generó reacciones variadas: desde el entusiasmo del ala conservadora católica en EE.UU., hasta la cautela de sectores que recuerdan las históricas reticencias del Vaticano a que un papa provenga de la primera potencia mundial.
Un líder con mirada global
El nuevo pontífice, de 69 años, tiene una extensa trayectoria misionera en América Latina, especialmente en Perú, donde vivió más de tres décadas, fue obispo de Chiclayo y obtuvo la nacionalidad. Su perfil como hombre de diálogo, con fuerte compromiso social y formación doctrinal sólida, fue clave para que los cardenales lo eligieran como sucesor de Francisco.
Prevost también se desempeñó como prefecto del Dicasterio para los Obispos, uno de los cargos más influyentes de la curia vaticana, y es considerado un moderado con capacidad de tender puentes entre sectores enfrentados dentro de la Iglesia.
Desafíos del papado en tiempos de cambio
La llegada de un papa estadounidense ocurre en un contexto delicado para la Iglesia católica: escándalos de abusos aún abiertos, tensiones ideológicas internas, pérdida de fieles en Europa y América del Norte, y la necesidad de reconectar con los jóvenes y las periferias.
León XIV, consciente de ese panorama, aseguró en su primera aparición pública que “queda mucho por hacer” y pidió “caminar juntos como Iglesia misionera, que construya puentes y escuche a los que sufren”.
Un papa bajo la lupa del mundo
La elección de un pontífice norteamericano no es un dato menor. Durante siglos, el Vaticano evitó esta posibilidad por temor a que se asociara al poder político y económico de Washington. Incluso en sectores católicos se llegó a mencionar el riesgo de “influencia de la CIA” o de intereses globales. Hoy, esa barrera se rompió. Y aunque León XIV insistió en su independencia espiritual, su nacionalidad despierta interpretaciones geopolíticas inevitables.
El saludo de Trump, cargado de simbolismo nacionalista, no hará más que alimentar esas lecturas. Pero, al mismo tiempo, deja en claro el peso histórico de esta elección para la política internacional. El Vaticano ya no mira solo hacia Europa. Y el mundo lo sabe.
