Por Lorena Sarverry, para La Proclama.
Las elecciones presidenciales del pasado Domingo 28 de Julio en Venezuela dejaron un sabor amargo en la región y el mundo entero. Y es que, cada vez que hay elecciones generales en cualquier país democrático, la ciudadanía se prepara para ejercer su derecho a votar, asistir a las urnas optando por una variedad de opciones diferentes y confiando que el resultado de las mismas será el fiel reflejo de lo que decidió la mayoría. Sin embargo, en el caso venezolano, las características básicas del funcionamiento democrático estuvieron y están en dudas, desde antes, durante y sobre todo después del proceso eleccionario.
El gobierno de Nicolás Maduro viene llamando la atención de la comunidad internacional por múltiples factores relacionados con abusos de autoridad, problemas sociales y económicos, escasez de bienes y servicios básicos, persecución política, violación de derechos humanos, torturas y persecución de los opositores a su gobierno. Todo esto sumado a un discurso fuertemente anti-imperialista, crítico de los gobiernos de derecha y amparado en sus alianzas estratégicas con China, Rusia, Irán, Brasil y Cuba. Estos elementos sumados a la diáspora de más de siete millones de venezolanos que salieron de su país en busca de mejores condiciones de vida y sin opresiones, la limitación de la participación de candidatos opositores, las restricciones para el registro de electores, y la falta de transparencia y celeridad para mostrar los resultados del comicio, hace que los ojos del mundo entero estén puestos en lo que sucede hoy en Venezuela.
El resultado de la elección está siendo cuestionado por múltiples Estados, Organismos Internacionales, Ong´s, líderes mundiales, especialistas y ciudadanía en general por la falta de transparencia, irregularidades en el proceso eleccionario e inconsistencia entre los resultados publicados por la Cámara Nacional Electoral de Venezuela y con las actas electorales en poder de la oposición liderada por Corina Machado y que según sus datos llevarían a la presidencia a Edmundo González Urrutia.
Lo cierto que es que la situación de Venezuela en vez de transitar un proceso de paz social y revitalización democrática está escalando día a día a situaciones de violencia, persecución de manifestantes y opositores, y expulsión y crítica hacia todo Estado o líder mundial que se pronuncie a favor de transparentar los datos de cada mesa de votación. Hay países de nuestra región que emitieron un Comunicado Conjunto de los Cancilleres de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana solicitando un conteo de votos transparente que permita la verificación del resultado y esto llevó a Nicolás Maduro a declarar la ruptura de relaciones con esos Estados. Con posterioridad se sumaron declaraciones de Presidentes como Boric de Chile, Bukele de El Salvador, y Biden y Lula conversaron sobre la situación venezolana y emitieron un comunicado solicitando datos transparentes y detallados. Como contracara, los aliados de Maduro lo felicitaron por los resultados, entre ellos se encuentra Bolivia, Nicaragua, Cuba, Honduras, China y Rusia.
En este escenario incierto sobre qué ocurrirá en Venezuela me arriesgo a decir que de continuar las manifestaciones dentro y fuera de Venezuela con persecuciones, detenciones y muerte en las calles, con la presión internacional manifestando que allí se cometió fraude electoral, con declaraciones como el Centro Carter que actuó como observador diciendo que estas elecciones no pueden considerarse democráticas, el gobierno de Nicolás Maduro no sólo carecerá de legitimidad, sino que se arriesga a quedar excluido de relaciones con la mayoría de los países de la región, con la Unión Europea y sobre todo con Estados Unidos y sus aliados en Asia y África. Esto afectará no sólo sus relaciones políticas, sino económicas y estratégicas que generarán aún más conflictos sociales dentro de Venezuela y seguramente impulsarán nuevas oleadas de migrantes.
Lo más probable es que Nicolás Maduro continúe en su cargo como Presidente electo para el mandato 2024-2030, lo hará amparado en los datos que maneja la CNE que lo proclamó como ganador de la contienda electoral y en el principio de derecho internacional de no injerencia en los asuntos internos de otros estados. Sin embargo, para que su gobierno obtenga legitimidad ya no alcanza con mostrar las actas de votación para obtener reconocimiento y normalizar relaciones. Se cae de maduro que Venezuela está cubierta por un manto de desconfianza, impotencia, libertades restringidas y manipulaciones que harán difícil conciliar al oficialismo y a la oposición y que generarán rupturas y divisiones que más temprano que tarde, de manera encubierta o directa harán que este régimen caiga como una fruta del árbol cae por su propio peso.
Mg. Lorena Sarverry
Magíster en Relaciones Internacionales – Universidad Austral
Diplomada en Economía y Política Internacional – Universidad Austral
Lic. en Ciencias Políticas – Unsta
Especialista en Comunicación Política, Investigación de Mercados, Medios y Opinión.
Directora de la Carrera de Lic. en Ciencias Sociales – Unsta
Docente Unsta en Lic. en Ciencias Políticas y en la Lic. en Ciencias Sociales presencial y a distancia.
