Tras más de 400 días de encierro forzado, los disidentes ya se encuentran en suelo estadounidense
Cinco opositores venezolanos que permanecían refugiados en la embajada argentina en Caracas fueron finalmente liberados y trasladados fuera del país en una operación liderada por Estados Unidos. El operativo puso fin a 412 días de aislamiento forzado en la sede diplomática, en un episodio que expuso la tensión entre el régimen de Nicolás Maduro y la comunidad internacional.
Una operación precisa y silenciosa
Magalli Meda, Claudia Macero, Omar González, Pedro Urruchurtu y Humberto Villalobos ingresaron el 20 de marzo de 2024 a la embajada argentina buscando protección ante la persecución política ejercida por el régimen chavista. Durante más de un año estuvieron sometidos a un bloqueo constante: sin electricidad, sin agua corriente, rodeados por fuerzas de seguridad y sin contacto fluido con el exterior.
Pese a que el gobierno venezolano intentó presentar la salida como un acuerdo diplomático, fuentes confiables confirmaron que se trató de una operación militar secreta coordinada por Washington. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, celebró el «rescate exitoso de todos los rehenes retenidos por el régimen de Maduro», destacando que ya se encuentran a salvo en territorio norteamericano.
Reacciones y repercusiones
La líder opositora María Corina Machado definió la maniobra como una «operación impecable y épica por la Libertad» y prometió seguir luchando por los «900 héroes presos por esta tiranía». Por su parte, el presidente electo Edmundo González Urrutia calificó la acción como «impecable», en una clara señal de respaldo.
La operación no solo fue un alivio humanitario, también representó un golpe directo a la imagen del régimen. La salida de los asilados se produjo sin el consentimiento oficial del gobierno venezolano y en un contexto de aislamiento diplomático creciente.
Un asedio que rozó la tortura
Desde que Argentina decidió evacuar a su personal diplomático por el agravamiento de las relaciones con Caracas, la sede quedó bajo custodia de Brasil. Sin embargo, la protección fue insuficiente. Los disidentes enfrentaron cortes prolongados de electricidad, obstrucción del acceso a alimentos, bloqueo de servicios básicos y vigilancia permanente.
En abril, los refugiados denunciaron públicamente que llevaban cinco meses sin electricidad ni agua corriente. La embajada, dijeron, se convirtió en una «trinchera de resistencia», en condiciones que violaban abiertamente la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
Entre la diplomacia y el riesgo geopolítico
El rescate marca un nuevo capítulo en las tensas relaciones entre Venezuela y los gobiernos occidentales. La operación, que evitó cualquier enfrentamiento armado, dejó en evidencia la vulnerabilidad del régimen y su aislamiento. Aunque la Casa Blanca aún no emitió un pronunciamiento oficial más detallado, el mensaje fue claro: Estados Unidos está dispuesto a intervenir para proteger a los opositores políticos perseguidos.
Mientras tanto, resta ver cuál será la respuesta de Maduro ante una acción que desafía su autoridad y deja en entredicho la capacidad de controlar incluso lo que ocurre dentro de su capital.