Por Leandro Sánchez. Periodista.
No recuerdo en que época fue, puede haber sido el final del Gobierno de Antonio Domingo Bussi o en el de José Domato, cuando hubo grandes manifestaciones y enfrentamientos con la policía los que cubrí como periodista.
Con una gran experiencia en este tipo de coberturas me di cuenta en un momento que el enfrentamiento entre los dos grupos era inevitable. Los manifestantes marchaban con piedras y palos y la policía esperaba. Había una gran tensión. Entonces apareció la monja Berta Povalej colocándose, con un grupo de mujeres, en el centro de la escena esgrimiendo una cruz pidiendo orar. Ante esto, los manifestantes detuvieron la marcha y las fuerzas empezaron a retroceder generándose un momento de alta tensión. Ese día no hubo enfrentamiento.
Muchos cuestionaron a Povalej por haber sido funcional al Gobierno. Sin embargo, me quedó la imagen de ese pequeño grupo de mujeres (no llegaban a 10) enfrentadas a un gran número de manifestantes que venían decididos a atacar a la fuerza policial.
Había que tener coraje para hacerlo, pero más que nada, una profunda fe en sí misma y mucha convicción. Había que estar decidida para enfrentar esa multitud y además dispuesta a sufrir las consecuencias arriegando a sus compañeras.
Eso sólo lo había visto en películas y documentales y nunca había creído que fueran totalmente ciertas. Sin embargo, ahora estaba allí, ante mis ojos: una mujer con hábito y un grupo de seguidoras evitando un hecho de violencia. Rescato el valor de aquellas mujeres lideradas por Povalej que se arriesgaron en un conflicto en el que poco y nada tenían que ver y del que no sacarían rédito alguno. Como el papa León frente a Atila, como monseñor Arnulfo Romero frente a los militares salvadoreños.
Ayer falleció Berta Povalej y aquel hecho, tal vez poco conocido o no reconocido, es para quienes militan la no violencia más que significativo, porque es la prueba que con la fe y la convicción se vence a la fuerza y la sinrazón.
La no violencia tiene bases empíricas y Povalej inscribió una página más en esa larga historia.