El nuevo pontífice es Robert Prevost, nacido en Chicago EE.UU, con nacionalidad peruana y fuerte impronta pastoral en América Latina
Roma volvió a estallar de emoción este mediodía con el tradicional anuncio de “Habemus Papam”. El humo blanco apareció a las 13.07 desde la chimenea de la Capilla Sixtina, y poco después se supo el nombre del sucesor de Francisco: el cardenal Robert Francis Prevost. Estadounidense de nacimiento, latinoamericano por vocación y pasaporte, el nuevo pontífice eligió llamarse León XIV.
La Plaza San Pedro, repleta y expectante, celebró con aplausos y lágrimas la aparición del nuevo líder espiritual de la Iglesia. El impacto fue inmediato cuando, en su primer saludo desde el balcón, León XIV habló en español y agradeció a la comunidad peruana que lo marcó en sus años de misión pastoral.
Un perfil que rompe moldes
Prevost, de 69 años, representa una continuidad clara del legado de Francisco. Su elección no sorprendió del todo: era uno de los nombres más fuertes entre los llamados «papables», por su perfil pastoral, su cercanía con las periferias y su experiencia misionera. Nació en Chicago en 1955, en una familia católica de clase trabajadora, e ingresó a la Orden de San Agustín con una vocación que lo llevó pronto fuera de Estados Unidos.
Fue ordenado sacerdote en 1982 y destinado a Perú, donde trabajó como misionero en la empobrecida diócesis de Chulucanas, en el norte del país. Allí se formó como obispo y adoptó también la ciudadanía peruana. Con una mirada social profundamente arraigada en la realidad latinoamericana, logró combinar el conocimiento teológico con un compromiso activo con los sectores vulnerables.
Confianza papal y poder vaticano
Desde 2023, Prevost ocupó uno de los cargos más influyentes en el Vaticano: prefecto del Dicasterio para los Obispos. En esa función, fue el principal responsable de las designaciones episcopales a nivel global y uno de los hombres de mayor confianza del papa Francisco. Su nombramiento como pontífice es visto como una ratificación del modelo eclesial que impulsó Bergoglio: una Iglesia cercana, humilde y sensible a las necesidades del mundo real.
León XIV: ¿un nuevo tiempo para la Iglesia?
La elección del nombre León XIV tiene un peso simbólico. El último Papa que llevó ese nombre fue León XIII, recordado por su encíclica Rerum Novarum, una piedra angular de la doctrina social de la Iglesia. En tiempos de profundas desigualdades y crisis globales, el gesto no parece casual.
“Quiero una Iglesia que escuche, que abrace y que camine con los pueblos”, dijo León XIV en su saludo inicial. Y concluyó con una frase que ya resuena en todas las lenguas: “El Evangelio se vive, no se impone”.
La era de León XIV comienza con un mensaje claro: continuidad con el espíritu de Francisco, y una mirada firme hacia los márgenes del mundo. ¿Será el Papa que afiance la Iglesia del Sur global? El camino apenas empieza, pero los signos son elocuentes.