En el último mes, Francia destacó por la total ausencia de paz. El país europeo se ha convertido en escenario de fuertes disturbios, provocados por el enorme desacuerdo entre el pueblo y el gobierno. El origen del conflicto se encuentra en el nuevo reajuste del sistema de pensiones por jubilación.
El pasado 16 de marzo, el presidente Emmanuel Macron aprobó una reforma previsional jubilatoria. Esta consiste en que la edad de retiro se eleve de 62 a 64 años. Pese a que la medida generaba controversia por cuenta propia, lo que más descontentó a la población es que esta no se estableció con un voto mayoritario. Por el contrario, el dirigente recurrió a un mecanismo constitucional extraordinario, que dejó la decisión directamente en manos del poder ejecutivo. De este modo, sorteó las mociones de censura que la oposición presentó en la Asamblea, donde le hubiese resultado imposible obtener el apoyo necesario para concretar sus planes.
Así es como surgió una de las más graves crisis – en terreno social y político – que haya atravesado el país francés bajo el actual gobierno. Las calles se llenaron de manifestantes, entre los que destacan sindicalistas y jóvenes activistas. Muchos de estos últimos son apenas estudiantes universitarios y secundarios. Las cifras hablan de miles e incluso millones de personas que cubren sus rostros con máscaras y salen a reclamar, llevando consigo carteles o banderas.
Se registraron cientos de protestas espontáneas a lo largo y ancho de todo el territorio, y ya se realizaron diez huelgas generales. Hace cinco días, una multitud bloqueó la entrada del “Museo del Louvre”, forzando a la institución a cerrar sus puertas a muchos visitantes. También buena parte de París se vio cubierta, durante tres semanas, por 10.000 toneladas de basura que el gremio de recolectores se encargó de esparcir.
Poco a poco, la violencia fue ocupando lugar en los choques entre población enfurecida y fuerzas de seguridad. Alrededor de 13.000 agentes fueron enviados por el gobierno. Ellos se encargaron de detener a 55 personas y llevar a cabo 10.000 controles. En ocasiones, se ha advertido cierto abuso de autoridad por su parte, y se remarca el uso de gases lacrimógenos. Esta represión policial alertó a organismos de derechos humanos y al mismo Consejo de Europa. El presidente sostuvo que los efectivos atacaron a “personas que simplemente habían venido a hacer la guerra”.
“¿Creen que disfruto haciendo esta reforma? No”, expresó Macron. El mandatario dirige un país de población envejecida y con alta expectativa de vida, por lo que consideró la modificación jubilatoria como única vía para impedir un déficit en el sistema previsional. “Hubiera preferido no hacerla. Pero no hay cien maneras de equilibrar las cuentas. Esta reforma es una necesidad para el país”, aseguró.
La presidencia de Emmanuel Macron se extiende hasta 2027. A la fecha, tiene a buena parte de la población en su contra, con un porcentaje de desconfianza que pasó del 57% al 70%. Por el momento, predomina la inflexibilidad. Ningún lado piensa ceder. La sociedad no está dispuesta a aceptar este cambio, ni el gobierno a evaluar su resolución. El martes, el vocero gubernamental rechazó la última propuesta sindical sobre buscar una mediación para el conflicto. Se espera que las vacaciones de primavera ayuden a reducir la tensión social.