El Intendente Gonzalo Monteros, junto al Presinde del Ente Tucuman Turismo Domingo Amaya, encabezaron una reunión en el Salón de los Escudos Municipal junto a varios funcionarios provinciales para coordinar la 4ta edición de la Marcha de las Antorchas. Este evento simbólico se llevará a cabo el jueves 22 de agosto a las 18.30 horas, con inicio en la intersección de la Avenida Eva Perón y la Ex Ruta 9, concluyendo en el predio del Ex Ingenio Lastenia, en la Ciudad de Banda del Río Salí
Este año, la marcha conmemorará el cierre masivo de 11 ingenios en Tucumán, un acontecimiento que dejó profundas huellas en la provincia. La marcha contará con la participación de delegaciones afectadas por el cierre de los ingenios, destacando su importancia como un acto de reflexión sobre el pasado y el presente. El Ente Tucumán de Turismo también forma parte de la organización de este evento.

Durante la reunión, se definieron los detalles logísticos y se ratificó la importancia de este acto como un símbolo de la memoria colectiva de Tucumán. Participaron del encuentro Beatriz Tula, propietaria del predio del Ex Ingenio Lastenia; los delegados comunales Gustavo Marcial (Villa Quinteros), Juan Carlos Norry (Santa Lucía), Hernán Romano (Santa Ana), y Ambrosio Páez (Delfín Gallo); el presidente del Ente Tucumán Turismo, Domingo Amaya; el legislador Francisco Serra; y varios concejales, entre ellos Luis Galarza, Ramón Radín, Stella Maris Ávila, Víctor Orellana Gordillo, Julio Rocha, Claudia Medina, Maximiliano Basualdo, y Alejandro Made.
Historia de la Marcha de las Antorchas
El 22 de agosto será el Día del Desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros pergeñado por la dictadura de 1966, suceso que provocó profundas heridas en la vida social, económica y simbólica de Tucumán, y cuyas consecuencias aún subsisten. El 22 de agosto de 1966, por decreto, se cerraron 11 de los 27 ingenios que funcionaban en la provincia; 50 mil obreros fueron despedidos y la desocupación trepó a 15 puntos, tres veces más que la media nacional. Como consecuencia, 300 mil tucumanos y tucumanas (un cuarto de la población) se vieron obligados a emigrar, la mayoría de ellos, a Buenos Aires.
Fue uno de los saldos de la autoproclamada Revolución Argentina, que se extendió hasta 1973. Los trabajadores resistieron fuertemente, y durante meses, la medida de muchas maneras: marchas, ollas populares, paros, cortes de ruta, entre otras. En uno de esos intentos de defender el trabajo, en enero de 1967, durante una de las tantas jornadas convocadas por la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera) en la localidad de Bella Vista cayó asesinada por la represión policial Hilda Guerrero de Molina, esposa de uno de los obreros de fábrica despedidos.
