Por Dra. Gabriela Castro Llomparte, MP 7679.
La medicina energética ha ayudado a formar una nueva corriente que ya no analiza al ser humano en órganos y sistemas, sino que como un todo interconectado, como una unión entre materia, energía e información. En el mundo de la energía vibracional, la enfermedad considerada que se origina no solo por agentes patógenos, sustancias tóxicas químicas o traumatismos, sino también por disfunción en la energía vital del organismo, que son alteraciones energéticas emocionales crónicas o modos no saludables de relacionarnos con nosotros mismos o con los otros. Es aquí donde la medicina energética, en vez de recurrir a la industria farmacéutica, emplea diferentes formas de energía, tanto de naturaleza electromagnética como sutil, para favorecer cambios curativos en la mente, el cuerpo y el espíritu de la persona que trascurre por algún proceso llamado enfermedad.
En la actualidad, en la práctica médica, se cree que el ser humano consiste en un mecanismo donde lo que está roto se cambia y descarta, que lo emocional y espiritual está separado del resto del cuerpo y no influye en el sofisticado mecanismo de equilibrio que puede desregular esta energía vibracional que nos lleva a enfermar. Por lo que la medicina es prácticamente igual para cada individuo que presente las mismas características patológicas. El problema es que, actualmente, muchas de las tradiciones de sanación están ajustadas al sistema occidental médico, es decir, se trata el síntoma que lleva a la enfermedad y no la causa emocional que puede haber desencadenado lo que hoy presenta esa persona.
En la medicina energética no se trata enfermedades, sino que se crea la salud, se regenera el cuerpo y se reconstituye la energía vital. No sólo desde una perspectiva teórica, sino teniendo la vivencia de la práctica y sabiendo cómo re informar el campo luminoso para crear un nuevo cuerpo y campo vibracional.
La medicina energética plantea un cambio importante de paradigma y eso que estamos hablando de prácticas ancestrales de nuestros pueblos originarios como la comunidad Quero del Alto Perú, más que cambio de paradigma es volver a nuestras raíces. Donde dejamos de tener esa mirada reduccionista y llevando todo patología a especialidades cada vez más específicas, se pasa de analizar al ser humano en órganos y sistemas a verlo como un todo interconectado, como una unión entre materia, energía e información.
Los seres humanos actuales están expuestos a niveles de estrés importante. Se vive en un estado de constante lucha o fuga, y al no poder huir o luchar, las personas se paralizan, siempre con la preocupación del futuro, de lo que está por venir sin que realmente ello llegue a ocurrir. Hemos dejado de invertir tiempo y espiritualidad en post de nuestra salud, los estilos de vida que hoy llevamos son altamente dañinos para nuestra salud física y mental y energética. Pero si se toman medidas para cambiar el estilo de vida, cuando nos ocupamos de nuestro cuerpo físico y sutil, es ahí cuando los cambios han mostrado resultados reales e impresionantes, que han sido mejores que los resultados farmacológicos. El problema es que estas intervenciones suelen ser cortas o no son masivas.
Esta rama científica está demostrada desde la Psico Inmuno Neuro Endocrinología, cuando una persona se encuentra bajo un estrés constante, altera el eje Hipotálamo Hipofisiario Adrenal, generando liberación de una hormona llamada Cortisol, la hormona del estrés. Por otro lado, si una persona no es capaz de liberarse de las emociones estresantes, altera todo su eje interno. Estas emociones son recibidas por el hipocampo (que es el centro de las emociones en el cerebro) que envía las señales al hipotálamo, que estimula todo el eje hipotálamo hipofisario suprarrenal que secreta cortisol y adrenalina. Estos dos productos inducen a diversas patologías como la diabetes, la osteoporosis, el deterioro cerebral y las enfermedades cardiovasculares.
Lo que busca la medicina energética es precisamente realizar una intervención permanente para ayudar a que un organismo enfermo se recupere mediante la activación de su propio mecanismo de defensa. Ya que así, como somos capaces de liberar cortisol, también nuestro organismo libera hormonas sanadoras que son la Serotonina, la Oxitocina, la Dopamina y las Endorfinas
A partir de estas terapias generamos estímulos en la capacidad innata que nuestro cuerpo tiene de desintoxicar y drenar toda sustancia responsable de los síntomas. No se suple la función del organismo para sanar, sino que se “estimula al cuerpo para que sane”.
Nuestro cuerpo es nuestro santuario, nosotros funcionamos gracias a nuestras células, es como si fuera un auto, para que funcione debemos colocarle combustible limpio para que pueda producir energía y funcionar, sino las células generan estrés oxidativo, liberan radicales libres, que son los que van a producir la enfermedad. Entonces ese combustible que le dará energía debe ser limpio, debemos comer sano, debemos pensar saludablemente, debemos estar más en el presente en el aquí y ahora. Si todo eso es limpio, la célula va a funcionar bien y no nos vamos a enfermar. Ahora, si una persona ya está enferma, lo que tiene que hacer es mejorar su combustible.
Las experiencias positivas no dejan una marca en el Campo de Energía Luminosa. La paz y la serenidad se descubren a través de la práctica espiritual, que es el combustible para las capas más internas de este campo. Mientras que los traumas psicológicos y espirituales sin resolver, sí dejan huellas. Éstas quedan codificadas en nuestro campo energético con una acusación de que sigue siendo un elemento permanente. Este cargo no sólo contiene la energía, sino también información sobre las circunstancias inherentes a la herida inicial y cada vez que se activa una impronta, la energía tóxica se derrama, afectando al sistema nervioso central, comprometiendo la respuesta inmune y volviendo a crear las circunstancias del trauma original, una vez más. Es como volver a revivir el trauma como si se estuviese sucediendo en ese preciso instante, una vez que la mente lo recrea, nuestra mente interpreta la emocionalidad como algo que está sucediendo ahora.
Es ahí donde la medicina energética actúa curando el propio campo de energía y su relación con la salud física, equilibrando la energía vital, liberando las hormonas de la salud y del placer, curando ese campo cuántico.
Antiguamente, los médicos se daban el tiempo para saber por qué un paciente recurría a su consulta. La anamnesis era más profunda, había una medicina más humana. A eso, es a lo que apunta la medicina energética volviendo a los orígenes en todo sentido.
Estamos en una época donde la recuperación de las prácticas y conocimientos ancestrales y la llegada de otras medicinas y terapias al mundo Occidental, han llevado a que un gran número de pacientes combinen la medicina occidental (alopática) con otras herramientas como la medicina energética y otras herramientas terapéuticas.