El expresidente endureció su discurso tras la represalia de Beijing. Si China no retira sus gravámenes, Estados Unidos aplicará nuevos impuestos desde el 9 de abril.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China volvió a intensificarse este lunes. Donald Trump, en su regreso al poder, lanzó una advertencia directa al gigante asiático: si no retira el aumento del 34% en sus aranceles a productos norteamericanos, Washington impondrá un nuevo paquete de gravámenes del 50% a partir del 9 de abril. Así lo anunció el líder republicano a través de su red social Truth Social.
La reacción llegó horas después de que Beijing implementara una batería de medidas aduaneras en respuesta a la política comercial impulsada por Trump desde enero. La suma total de impuestos, si se concreta la amenaza, elevaría los aranceles estadounidenses sobre productos chinos a un 104%.
La Casa Blanca confirmó que la advertencia presidencial no es simbólica. De concretarse, la decisión de Trump afectaría aún más a los mercados globales, que ya registran fuertes caídas. El mensaje fue claro: si China no da marcha atrás, se suspenderán todas las conversaciones previstas y se profundizará el aislamiento comercial.
“China impuso aranceles de represalia del 34%, que se suman a sus ya récord arancelarios, subsidios ilegales y manipulación cambiaria. Es el mayor abusador de todos”, aseguró Trump, y acusó al país asiático de prolongar prácticas que perjudican históricamente a la economía estadounidense.
Fin del diálogo y nuevo rumbo
En su comunicado, el presidente también anunció que todas las negociaciones bilaterales con China quedan suspendidas hasta nuevo aviso. En cambio, comenzarán tratativas con otros países interesados en fortalecer sus vínculos con Washington.
En paralelo, pidió a la Reserva Federal que considere una baja de las tasas de interés, argumentando que los indicadores económicos —como el precio del petróleo, los alimentos y la inflación— muestran signos de desaceleración. “Estados Unidos ingresa miles de millones de dólares por semana gracias a los aranceles ya vigentes”, escribió.
Un frente comercial recargado
El nuevo episodio confirma que la estrategia de Trump va más allá de los gestos diplomáticos. A diferencia de su primer mandato, ahora prioriza medidas unilaterales sin espacio para el consenso. Y la relación con China, marcada por años de tensiones, vuelve a convertirse en el eje central de su política exterior.
Para Beijing, la respuesta será clave: retroceder podría implicar una señal de debilidad; avanzar, una escalada sin retorno. Mientras tanto, los mercados observan con cautela. Cada palabra de Trump mueve piezas sensibles de una economía global que aún intenta estabilizarse tras años de volatilidad.
El reloj corre: si no hay cambios antes del 8 de abril, el 9 comenzará una nueva fase de la disputa comercial más influyente del siglo.