El presidente estadounidense criticó duramente a ambos países por violar el cese al fuego, pero dirigió sus mayores reproches hacia el gobierno israelí. “Tengo que calmarlos”, dijo antes de partir a la cumbre de la OTAN.
A pocas horas de anunciar con entusiasmo el “fin oficial” de la denominada Guerra de los 12 días, Donald Trump se mostró frustrado y enfurecido con los protagonistas del conflicto en Medio Oriente. “¡Israel, no lances esas bombas!”, escribió el mandatario este martes en sus redes sociales, tras conocerse que Tel Aviv preparaba nuevos ataques aéreos contra Irán.
En declaraciones recogidas por la agencia Reuters, el presidente de Estados Unidos acusó tanto a Irán como a Israel de romper la tregua que él mismo había promovido, pero fue particularmente duro con el gobierno de Benjamin Netanyahu. “En cuanto hicimos el trato, salieron y lanzaron una lluvia de bombas como nunca antes había visto. La mayor que hemos visto”, denunció.
Una tregua desintegrada en tiempo récord
El pronunciamiento de Trump llega después de una serie de ataques cruzados entre ambos países, incluyendo el bombardeo iraní sobre Beersheba que dejó cuatro muertos en Israel, y la inminente ofensiva israelí sobre objetivos en Teherán, según reportaron fuentes diplomáticas.
Antes de embarcar hacia Países Bajos para participar en la cumbre de la OTAN en La Haya, Trump declaró ante periodistas que “tengo que calmar a Israel ahora”. Y agregó, con tono resignado: “Irán e Israel han estado luchando tanto tiempo y tan duro que no saben qué diablos están haciendo”.
El desconcierto en Washington
Las palabras del presidente norteamericano reflejan el creciente desconcierto en la Casa Blanca, que apostó fuertemente a cerrar el conflicto con un acuerdo relámpago, anunciado de forma unilateral y sin confirmación oficial por parte de ninguno de los países involucrados. La realidad en el terreno demostró que las hostilidades están lejos de haber terminado.
Trump, que había festejado el alto el fuego como un logro diplomático histórico, ahora se ve obligado a moderar el accionar de sus propios aliados, en un contexto cada vez más volátil. Mientras tanto, la tensión escala y el riesgo de un conflicto regional de mayores proporciones vuelve a estar sobre la mesa.